13 de agosto de 2023
Hay que ir a votar
PASO son las iniciales –el acróstico– de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias. Es uno de los inventos más interesantes, y ciertamente una novedad, de nuestro sistema electoral. Fue idea de Néstor Kirchner y se crearon en 2009 por la ley 26.571. En las PASO se definen los partidos o coaliciones que estarán habilitados a presentarse en las elecciones nacionales, que son los que consiguen al menos el 1,5 % de los votos válidamente emitidos en el distrito de que se trate para la respectiva categoría. También queda definida la lista que representará a cada partido o coalición en las elecciones generales. En las PASO no se eligen cargos sino candidatos.
La primaria abierta parece una contradicción y realmente lo es, pero es lo que hay y es la solución mientras los partidos no organicen sus propias internas para elegir sus candidatos. Las internas deberían ser cerradas y no abiertas, pero precisamente esta es la novedad: podemos votar al precandidato de un partido sin estar afiliados a ese partido; a propósito podemos convertir en candidato a alguien que nunca votaríamos para un cargo; podemos votar para que gane el peor precandidato de la oposición y así tiene más chances el nuestro en las elecciones de verdad; o podemos votar por el que pensamos que tiene que ser quien ocupe el cargo que se elige...
Hay coaliciones que no presentan internas porque ya eligieron a sus candidatos en un escritorio: en ese caso solo juegan a pasar el 1,5 % y entrar en las generales. También es una encuesta para saber quién será el más votado individualmente y darle las riendas del carro del vencedor, que no es poca cosa. La democratización de los partidos sería otro de los fines de las PASO, pero así es la política porque así somos los seres humanos.
Como son simultáneas, hay una sola bala. Quiero decir que se puede votar por un solo precandidato, cuando lo ideal sería que pudiéramos votar por precandidatos de cada una de las coaliciones, pero eso por ahora es imposible y mientras no sea así, las PASO son la primera vuelta de unas elecciones que hoy suelen llegar a ser tres.
Y son obligatorias: quiere decir que hay que ir a votar. Esta obligación rige para los que son mayores de 18 y menores de 70. Así que, si usted está entre los 18 y los 70 debe ir a votar, y entre los 16 y los 18 y arriba de los 70 debería ir a votar.
No soy partidario del voto obligatorio, ni de la ley seca, ni de la veda política, ni de los juramentos, ni de otras obligaciones y prohibiciones anacrónicas o paternalistas conectadas a las elecciones. He dicho otras veces que quizá sea la obligatoriedad lo que nos retoba, y que si no fuera obligación, probablemente votaríamos más. Es solo una suposición, pero lo cierto es que en la sucesión casi semanal de elecciones que jalonaron los últimos meses, ha mermando el número de votantes hasta igualarnos con los países donde el voto es optativo.
Desde 1912 es obligación votar en la Argentina y todos tenemos naturalizado ese deber en nuestra cultura cívica, pero para que no queden dudas, la obligatoriedad está metida en el mismo nombre de las PASO. Esa obligación implica sanciones para los que no lo hacen, aunque luego ninguna se aplique. La sanción es la razón menos buena, ya que deberíamos ir a votar con libertad, con ganas y para que nadie elija por nosotros, que es lo que pasa cuando no votamos o cuando votamos en blanco. Es que, sea o no sea obligación votar, el que no vota, vota igual porque aumenta el peso de los votos de los que sí votan.
Usted sabrá qué hacer, pero si no vota, después no se queje.