28 de mayo de 2023

Ni necios, ni cínicos

El viernes que viene –2 de junio– El Territorio cumplirá 98 años. Se dice rápido, pero son un montonazo para una organización humana, especialmente en la Argentina, donde los avatares de nuestra historia reciente no parecen amigos de la prosperidad de los negocios, y no le digo nada si ese negocio es el periodismo.

Los años de un periódico se cuentan de un modo extraño, porque para sacar el primer número hay siempre un tiempo de preparación, que suelen ser meses o años de sueños y de falta de sueño. Es como el nacimiento de cualquier persona: lo contamos desde el día que salimos a la luz y no desde que fuimos un sueño, desde que nos concibieron o desde que nos descubrieron en el seno materno. Al fin y al cabo, el parto es como la salida de imprenta del primer número de un periódico: la fecha se puede fijar sin más vueltas.


No crea que fue por El Territorio que el jueves pasado –25 de mayo– Francisco concedió una entrevista a Noticias Telemundo de México. Se la hizo el periodista Julio Vaqueiro, que al final le pidió un consejo para la profesión. El Papa le dijo algo que viene al pelo, precisamente para entrar en el año 99 de El Territorio y empezar a tirar la casa por la ventana: sean poetas. Poetas quiere decir creativos. El periodista no puede ser una máquina, un papel carbónico que diga matemáticamente lo que pasó. Un periodista tiene que ser creativo, creativo respetando la verdad, la realidad.

Después siguió con lo que suele llamar los cuatro pecados del periodismo, que algún día podemos repasar y que repite cada vez que le preguntan, pero esto de la poesía es una novedad tan interesante que me da pie a comentar algo muy caro a la profesión y por tanto también a la historia de El Territorio como empresa periodística.

Decir la verdad es la obligación esencial del periodismo. Todas las demás características de la profesión pueden ser discutibles y también pueden mutar o tener escalas diversas. La verdad, en cambio, no tiene escalas ni es negociable. Pero lo notable en los dichos de Bergoglio es que los periodistas deben ser poetas. Gran cosa, porque alguno se imaginará que los poetas no respetan la verdad y eso no es así. Los poetas –y todos los artistas– buscan la verdad, lo que pasa es que la buscan a su modo y cada uno la expresa con su estilo, que suele ser mucho más accesible para las audiencias. La verdad de los artistas no es ni más ni menos verdad que la de los científicos, de las religiones o de los jueces. Es solo otro modo de decirla y además su misión es saciar las urgencias de verdad de todo ser humano.

El Papa agrega lo de respetar la realidad, que es todo un dato. La realidad, la historia, lo que pasó... no se puede cambiar. Pero sí se puede cambiar el relato de la historia (que por desgracia también llamamos historia) y hay muchos modos de contarla sin faltar a la verdad, tantos como personas lo cuenten. Cuando el Papa nos pide a los periodistas que seamos poetas, nos ruega que respetemos la realidad y que a la vez la hagamos atractiva, interesante, apetecible. Lo sabemos los que nos dedicamos a esta profesión, pero es genial que lo diga el Papa a todo el mundo y con esas palabras tan claras.

Desde la época de Aristóteles los filósofos sostienen que para decir la verdad primero tenemos que saberla; por eso la definen como la adecuación del pensamiento a la realidad. El que la ignora pero igual la cuenta es un necio; y el que la conoce pero miente es un cínico. Ni los necios ni los cínicos sirven para este oficio.