13 de noviembre de 2022

Lo más democrático que hay

El domingo que viene empieza el espectáculo más universal y apasionante de algo tan inexplicable como el fútbol. El Mundial, que nos tendrá en vilo hasta el 18 de diciembre, esta vez se juega una península llena de petróleo del Golfo Pérsico, pero también Catar es un emirato absolutista con escasas libertades. Ya están allí trabajando los periodistas que lo transmiten para el resto del mundo y quizá nos cuenten algo de eso que no se ve. En la pantalla de la televisión parece que se divierten, pero le advierto es un trabajo extenuante, sin descanso, en un lugar extraño, comiendo cosas raras, con seis horas de diferencia y una competencia bestial.

Los periodistas hablan, leen y escriben en el idioma de sus audiencias. Aunque es una verdad tonta y evidente, la enuncio aquí para seguir con el razonamiento, porque para todo periodista es una obligación tener audiencia, y si no para qué van... por eso son ellos los primeros en estudiar, aprender y practicar el lenguaje de sus públicos.

Y el lenguaje es lo más democrático que hay: lo hacemos los hablantes hablando, votando en cada sílaba que pronunciamos, por eso es inútil intentar poner reglas a una lengua viva y por eso también las academias de la lengua nunca imponen modos de decir a nadie. Es al revés: recogen lo que hacemos los hablantes para que todos nos entendamos a pesar del paso del tiempo y de la amplia geografía del castellano.


Cuando los periodistas argentinos estaban haciendo las valijas o preparando los estudios centrales en sus respectivos medios, apareció un manual de Recomendaciones para la cobertura del Mundial de Fútbol Qatar 2022, elaborado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo junto con la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual. Sorprenden esos nombres tan largos y advierto que en el mismo título de las recomendaciones el INADI comete el error de escribir Catar en inglés: cualquiera que fue al colegio primario sabe que en castellano la Q va solo antes de UI o de UE.

Lo que pretende el INADI es que los periodistas hablemos como ellos quieren. Recomienda no usar el adjetivo negro por ser negativo, así que no hay negros en los equipos africanos sino jugadores de piel oscura y los negros de las otras selecciones son afrodescendientes aunque sean tamiles. Tampoco hay mercado negro sino circuito clandestino. No se debe decir indios a los originarios de las antiguas Indias, aunque todo el mundo sabe que los únicos originarios de América son los carpinchos o las llamas. No se debe comparar a nadie con ningún animal, así que se puede decir gorilas a los que piensan distinto pero no se puede calificar a nadie de burro, mono, toro, tigre, águila, cuervo, gallina, leona, hormiga, puma... Imagínese la transmisión de un partido de rugby entre Argentina y Nueva Zelanda en el que no se puede mencionar ni a Los Pumas ni a los All Blacks. Insiste también el INADI en que no se debe calificar a ninguna mujer como linda, ni se puede hacer referencia a nada femenino solo por ser femenino: en todo caso hay que tratarlas como si fueran varones.

Intentar regular un idioma es de un autoritarismo extremo, por eso no es una buena señal que se le pase por la cabeza a cualquier autoridad ponerle cortapisas a la lengua. El último que lo intentó en la Argentina fue el subcomisario Luis Patti, que en 2002 cuando era intendente de Escobar, prohibió los carteles en otros idiomas en todo el municipio. Antes, en 1994, cuando Jorge Asís era Secretario de Cultura del gobierno de Carlos Menem, mandó al Congreso un proyecto de Ley de Defensa del Idioma que pretendía castellanizar todas las expresiones que usamos en otras lenguas. Patti lo consiguió en Escobar, pero no terminó bien su carrera política. Asís tuvo que renunciar por esa estupidez fascistoide.