La humanidad siempre se divide en dos: habladores y callados; Ford y Chevrolet; medialunas saladas y dulces... también izquierda y derecha; progresistas y conservadores; los que miran para adelante y los que prefieren el espejo retrovisor; los que aprietan en acelerador con los dos pies y los que van por la vida frenando todo el tiempo...
Audaces son los que, cuando miden riesgos, los toman como desafíos para seguir adelante. Los segurolas, en cambio, reculan cuando ven un obstáculo; los primeros se sienten bien entre barreras, semáforos, límites y fronteras; los segundos, por las dudas prefieren que no haya límites para nada. Los segurolas aman las paredes de su cuarto, los audaces disfrutan el placer de la aventura. Los audaces construyen puentes, los segurolas los dinamitan.
No sé de qué lado se siente usted, pero déjeme decirle que las fronteras son una antigüedad; tan atrasadas como cualquier barrera que pretenda ponerle límites a la vida. Por eso, en todo el mundo los límites tienden a desaparecer, borrados primero por las comunicaciones, las tecnologías, los medios electrónicos y luego por el mercado: cada vez es más difícil controlar el tráfico de lo que compramos y vendemos en el comercio global. Pero hay algo más: cualquier barrera que impida el paso no evita que pasen los productos, solo los encarecen... y a nadie le gusta pagar más de lo que valen las cosas: al final los contrabandistas, los narcotraficantes y los funcionarios corruptos son los únicos que se benefician con las barreras de la frontera.
Fíjese en el caso de la medicina, cuya eficacia sigue ligada también al bolsillo del paciente y a la posibilidad de viajar para conseguir mejores prestaciones médicas o mejores remedios. Lo mismo ocurre con cantidad de productos, cuyos precios no dependen tanto de lo que cuesta fabricarlos como de los impuestos y las aduanas de cada país. En contra de esa fuerza, que trata de impedir el paso, el mundo se ha vuelto un colador, y por más que lo intentemos, es cada día más difícil cuidar las fronteras; y cuanto más fronteras, más difícil.
Hay que celebrar que la Cámara de Diputados de la Nación haya incluido en el presupuesto 2023 la posibilidad de crear zonas aduaneras especiales en la Argentina. Pero sobre todo hay que celebrar la tozudez del gobierno de Misiones, porque ese es el modo de lograrlo. El ante año pasado fue el Presidente de la Nación, a pedido del ministro Guzmán, quien vetó la posibilidad de zonas aduaneras especiales que habían entrado en la Ley de Presupuesto sancionada por el Congreso en 2020. El año pasado se repitió el fracaso debido al rechazo por parte de la oposición a la Ley de Presupuesto de 2022, lo que provocó que para este año rigiera el que se había sancionado para 2021.
La distancia con Buenos Aires y las zonas de mayor consumo de la Argentina son una debilidad para Misiones. Lo que no puede ser es que también sea una debilidad la cercanía con los estados más ricos del Brasil y con la zona más productiva del Paraguay. Hace tiempo que Misiones intenta transformar esa debilidad en fortaleza: el confín geográfico argentino en que se encuentra la provincia puede ser un notable centro de producción y negocios del Mercosur, pero para eso hay que cambiar las asimetrías de la frontera, que son el resultado de leyes y no de la naturaleza o de la cultura de nuestros pueblos.
La Ley de Presupuesto tiene ya media sanción en la Cámara de Diputados. Falta pasar por el Senado, pero sobre todo por el posible veto del Presidente. Esta vez la ley no menciona provincias ni zonas limítrofes concretas, lo que la hace más viable. Pero mientras esperamos esos trámites, no parece buena idea insistir desde la provincia en derogar las PASO del año que viene, a ver si todavía el Presidente se enoja y vuelve a vetar el artículo.
No sé de qué lado se siente usted, pero déjeme decirle que las fronteras son una antigüedad; tan atrasadas como cualquier barrera que pretenda ponerle límites a la vida. Por eso, en todo el mundo los límites tienden a desaparecer, borrados primero por las comunicaciones, las tecnologías, los medios electrónicos y luego por el mercado: cada vez es más difícil controlar el tráfico de lo que compramos y vendemos en el comercio global. Pero hay algo más: cualquier barrera que impida el paso no evita que pasen los productos, solo los encarecen... y a nadie le gusta pagar más de lo que valen las cosas: al final los contrabandistas, los narcotraficantes y los funcionarios corruptos son los únicos que se benefician con las barreras de la frontera.
Fíjese en el caso de la medicina, cuya eficacia sigue ligada también al bolsillo del paciente y a la posibilidad de viajar para conseguir mejores prestaciones médicas o mejores remedios. Lo mismo ocurre con cantidad de productos, cuyos precios no dependen tanto de lo que cuesta fabricarlos como de los impuestos y las aduanas de cada país. En contra de esa fuerza, que trata de impedir el paso, el mundo se ha vuelto un colador, y por más que lo intentemos, es cada día más difícil cuidar las fronteras; y cuanto más fronteras, más difícil.
Hay que celebrar que la Cámara de Diputados de la Nación haya incluido en el presupuesto 2023 la posibilidad de crear zonas aduaneras especiales en la Argentina. Pero sobre todo hay que celebrar la tozudez del gobierno de Misiones, porque ese es el modo de lograrlo. El ante año pasado fue el Presidente de la Nación, a pedido del ministro Guzmán, quien vetó la posibilidad de zonas aduaneras especiales que habían entrado en la Ley de Presupuesto sancionada por el Congreso en 2020. El año pasado se repitió el fracaso debido al rechazo por parte de la oposición a la Ley de Presupuesto de 2022, lo que provocó que para este año rigiera el que se había sancionado para 2021.
La distancia con Buenos Aires y las zonas de mayor consumo de la Argentina son una debilidad para Misiones. Lo que no puede ser es que también sea una debilidad la cercanía con los estados más ricos del Brasil y con la zona más productiva del Paraguay. Hace tiempo que Misiones intenta transformar esa debilidad en fortaleza: el confín geográfico argentino en que se encuentra la provincia puede ser un notable centro de producción y negocios del Mercosur, pero para eso hay que cambiar las asimetrías de la frontera, que son el resultado de leyes y no de la naturaleza o de la cultura de nuestros pueblos.
La Ley de Presupuesto tiene ya media sanción en la Cámara de Diputados. Falta pasar por el Senado, pero sobre todo por el posible veto del Presidente. Esta vez la ley no menciona provincias ni zonas limítrofes concretas, lo que la hace más viable. Pero mientras esperamos esos trámites, no parece buena idea insistir desde la provincia en derogar las PASO del año que viene, a ver si todavía el Presidente se enoja y vuelve a vetar el artículo.