Desde el 15 de junio el aeropuerto de Posadas está cerrado por refacciones, y esta semana anunciaron que en cambio de reabrirlo el próximo 15 de septiembre, como estaba previsto, la pista recién estará operativa a partir del 5 de octubre; pero si ya les falló el cálculo una vez ¿quién asegura que no fallarán otra? La prórroga significa la pérdida de unas 10.000 reservas de pasajes, pero sobre todo afecta a los negocios, especialmente al turismo y a la necesidad de conexión permanente de la capital de la provincia con el resto del país y del mundo. Bastaría con mencionar que el Parque Nacional del Iberá pasó las vacaciones de invierno sin vuelos en su aeropuerto más cercano.
Todavía el aeropuerto no tiene mangas que permitan abordar los aviones desde las salas de embarque sin tener que subir y bajar de balde tres escaleras, empaparse los días de lluvia y asarse buena parte del año. Da la impresión de ser un aeropuerto abandonado a su suerte, sin ninguna instalación moderna, donde cada uno hace lo que puede: no dan abasto las salas ni los asientos, las colas son eternas y campan a sus anchas taxistas y remiseros adueñados de la rampa de acceso. Curiosamente, en estos meses en que estuvo cerrado, solo están renovando la pista y la plataforma, y no han aprovechado la ocasión para la modernización de la estación de pasajeros.
Aeropuertos Argentina 2000 justifica el retraso en que no habían calculado bien los días de lluvia y algunos problemas logísticos como la demora en instalar la planta de asfalto. Pero resulta que los días de lluvia fueron menos que los habituales y los contratistas no habrían aceptado la oferta de máquinas ni la planta asfáltica de la Dirección Provincial de Vialidad. El consorcio constructor está integrado por Helport S.A. (de misma corporación que AA2000) y Lemiro Pablo Pietroboni S.A., con sede en Concepción del Uruguay.
El aeropuerto que sirve a la capital de la provincia debería tener una relación muy fluida con las autoridades de Misiones, por ser vital para su desarrollo, para sus negocios, para su industria y para su su conexión con el mundo. Por eso no se entiende que las autoridades provinciales se hayan enterado del cierre por un comunicado de la empresa concesionaria. Y si no es con AA2000, el contacto fluido debiera ser con el Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORSNA). Son las provincias y su capacidad de lobby las que consiguen que el ORSNA o AA2000 se pongan las pilas con cada aeropuerto local. Por eso, si el aeropuerto de Posadas aparece retrasado en comparación con otros de ciudades y provincias parecidas –como el supermoderno, bien equipado, y atractivo aeropuerto de Jujuy– es también por falta de conexión, digamos política, con el ORSNA y con AA2000.
Y ya que estamos, hay que reservarle un nombre más local y despojado de la política al interminable Aeropuerto Internacional Libertador General José de San Martín. San Martín era mucho más parco que ese despropósito y no se va a enojar porque ya tiene más que suficientes homenajes.