Árboles. Se están plantando más árboles en los espacios públicos y eso es una gran noticia. Hay que seguir hasta conseguir que todas las veredas de la ciudad tengan árboles, pero también hasta que se pueda caminar bajo la fresca sombra de plantas nativas por la costa del Paraná, desde el Mártires hasta el Garupá y el motivo principal es la salud de los posadeños. Una cosa nomás: las plantes en la naturaleza no crecen en fila... quizá un paisajista pueda mejorar esas plantaciones para que no parezcan una forestación.
Banderas. Las de los países de Nuestra América que adornan la rotonda de Mitre y la Costanera tienen dos errores. Desde el año 2001, no existen más las letras compuestas, así que las 27 letras de nuestro abecedario son todas simples. La ch y la ll dejaron de existir como letras independientes. Así que en el orden alfabético la ch va adentro y no después de la c. Como consecuencia, Chile va antes y no después de Colombia en el orden de las banderas. Entre esas banderas figura la de la Guayana Francesa, así que se puede argumentar con toda lógica que si está la bandera de una colonia francesa, debería estar también la de las Falkland: la otra colonia europea en suelo americano. Solución: reemplazar esa bandera por la de Trinidad y Tobago.
Semáforos. Hace años que Posadas tiene la mayoría de los semáforos colocados antes de cruzar la bocacalle y no del otro lado. Gracias a los cambios de mano de algunas avenidas los semáforos han quedado donde deben por pura seredipia y no por disposición de nadie. Los semáforos antes de cruzar la calle hacen que se pierda espacio, ya que solo se pueden ver a una distancia de por lo menos dos autos que entrarían en esos lugares, que para colmo son ocupados por motos, generalmente bastante lentas. Además, casi todas las multas por pasar los semáforos en rojo pueden ser impugnadas, ya que el infractor puede alegar que pasó en verde o en amarillo y se puso rojo mientras pasaba.
Motos. Se está volviendo difícil circular en auto y en moto por las avenidas por la cantidad de motos que las transitan. Si sigue aumentando el número de motos y no se reglamenta su circulación, aumentarán drásticamente los accidentes protagonizados por motociclistas. Al paso que vamos, habrá que dedicar calles y avenidas (o un sector de ellas) exclusivamente para motos.
Bicicletas. También van en aumento y quizá puedan compartir esas calles y avenidas en lugar de usar bicisendas de ocasión, que se armaron sin más infraestructura que un poco de pintura y palitos verticales que obligan a los usuarios a pedalear por un cordón cuneta, sortear bajadas de autos, tachos de basura, alcantarillas y otros obstáculos habituales en nuestras avenidas. Para colmo las bicisendas se trazaron con doble mano en avenidas que ahora son de una sola, así que la mitad de los ciclistas no tienen más remedio que circular a contramano y pasar los semáforos a ciegas.
Taxis. No se puede creer la cantidad de taxis y remises de la ciudad que circulan con las patentes tapadas por una cinta roja. Eso es impunidad obscena.
Relojes. Por vandalismo o por desidia, ningún reloj público de la ciudad da la hora: ni los del centro, ni los de las Costanera, ni el del Mástil. Y un reloj que no da la hora es tan inútil como quienes los pusieron sin prever ni un segundo de mantenimiento. Hay que arreglarlos y mantenerlos, pero si han decidido no hacerlo, lo mejor sería sacarlos y poner árboles en su lugar, que por lo menos darán sombra y la sombra da la hora a los humanos mucho antes de que se inventara el reloj de agujas.