Todavía no encontré la razón del nombre del hotel, que recuerda un pueblo y una laguna del oeste de la provincia de Buenos Aires, y aunque parece guaraní, es una deformación de la expresión mapuche wapi minú que significa isla adentro. Ya ve que no estoy haciendo publicidad de ese hotel; solo pretendo rescatar la excelente idea de sus propietarios. Algo que podría repetirse en algunas de las antiguas reducciones, del mismo modo que grandes y soñados hoteles del mundo aprovechan antiguos castillos, palacios, hospitales, monasterios, estancias... puestos en valor y conservados para todo el mundo gracias al turismo. Es el caso de los Paradores en España o del Palacio de Çırağan de Estambul, hoy explotado por la cadena Kempinski.
No es la primera vez que insisto en la necesidad de rescatar nuestra riquísima historia, única en la Argentina, que además de darle nombre e identidad a la provincia de Misiones, puede atraer gran cantidad del turismo que ya viene a admirar las cataratas del Iguazú.
En Misiones tenemos restos (sigo empeñado en no llamarlas ruinas) de doce de los treinta pueblos que formaron las antiguas Misiones del Guayra. De todas ellas, cuatro han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: San Ignacio Miní, Santa Ana, Loreto y Santa María la Mayor. La que está mejor conservada es la de San Ignacio, pero se puede comprobar el deterioro de otras por el abandono, que junto con el paso del tiempo, el avance de la vegetación y la falta de mantenimiento, las va reduciendo a escombros indescifrables. Es el caso de la antigua Misión de la Candelaria, que todavía pertenece a la Colonia Penal 17 de la Procuración Penitenciaria de la Nación.
El ejemplo del hotel Guaminí se suma al de las antiguas misiones de Chiquitos (en el este de Bolivia), que también pertenecieron a la provincia jesuítica del Paraguay y cuyas iglesias y plazas han sido puestas en valor y hoy se pueden apreciar tal como estaban entre los siglos XVI y XVIII. En el caso de Chiquitos, la iglesias se conservan porque están vivas, con sus curas y sus misas, pero además recrean en ellas, en grandes festivales bianuales, la música barroca extraordinaria que se produjo durante esos siglos en nuestra América.
Quizá sin saberlo el hotel Guaminí Misión paga parte de la deuda de la provincia con su historia, del mismo modo que lo hacen las fachadas de las dos estaciones de transferencia del transporte urbano de Posadas. Pero además son un acicate para reconstruir, como se hizo en Chiquitos, por lo menos una de nuestras antiguas misiones. Atraeríamos una inmensa cantidad de turismo interesado en admirar su belleza y también la gesta humanitaria y cristianizadora de la Compañía de Jesús en nuestra provincia, que por algo se llama Misiones.