–Vos sos un vago.
–Más vago sos vos.
–Y sos pichado.
–Pero más pichado sos vos.
–¡Qué mentiroso que sos!
–¡Ah! ¿vos decís siempre la verdad?
Otro diálogo familiar:
–Hija, no estás estudiando nada.
–Isabel tampoco.
–¿Te peleaste con Isabel?
–Ella me pegó primero...
El problema es cuando seguimos con el mismo argumento en la supuesta madurez. Le recuerdo, simplificado, un famoso diálogo entre un intendente del sur y un periodista de Buenos Aires:
–Usted vendió tierras fiscales a precio vil.
–Y a mí me dijeron que usted es homosexual.
Hay uno que es el colmo del argumento adolescente, entre Magdalena Ruiz Guiñazú y Aníbal Fernández (por si le pasa lo mismo que a Magdalena, le cuento que Boston es vos):
–Usted es un autoritario
–¿Y Boston...?
Y en otra conversación el entrevistado había encajado Michigan para significar mí...
–Cuando yo hablo usted me baja el volumen.
–Yo no le bajo el volumen a nadie.
–¿Y a Michigan...?
Lo lamentable es que los periodistas suelen aceptar estas respuestas sin chistar, con lo que demuestran ser tan adolescentes como sus entrevistados. Supongamos:
Periodista: Tenemos pruebas de que usted se quedó con un vuelto.
Funcionario: Con más vueltos se quedó el General Urquiza.
Título: "Con más vueltos se quedó Urquiza".
Cuando el periodismo pregunta a un político o funcionario sobre temas, digamos discutibles, de su gestión, la reacción inmediata no intenta rebatir esos datos sino embarrar a los opositores o al periodista. Así, alegan su inocencia con la culpabilidad ajena, sin advertir que de ese modo lo que sostienen es precisamente lo contrario: la propia culpabilidad. Una conducta adolescente y también contradictoria si uno es de verdad inocente. Digo que una acusación sobre nuestra propia conducta o la de la oposición, a los periodistas nos suele parecer respuesta negativa suficiente, sin advertir que el entrevistado está contestando afirmativamente a la pregunta: si te dicen autoritario y contestás ¿y vos?, estás aceptando que sos autoritario.