Patria también es una mezcla de Argentina y corazón. Cuando decimos ¡Viva la Patria! expresamos que somos capaces de dar la vida por ella y cuando decimos ¡Vamos Argentina! pensamos más en un festejo futbolero que en la tumba del soldado desconocido.
En el concepto escolar la patria viene siempre con escudo y con bandera, con San Martín y con Belgrano, con los granaderos y con el himno nacional. Pero patria es también el barrio, la ciudad y la provincia. Patria es el valle, la selva, el río y la laguna. La patria está en la tierra mojada, en los olores de nuestra infancia, en el mapa del colegio y también en nuestra cabeza y en el corazón.
Y a quién le cabe duda de que nuestra patria grande es América. Latinoamérica, que es el nombre equivocado de la América Mestiza... o la América que solo limita con el Canal de Panamá y dos océanos, que es la América del Sur o Sudamérica. Nuestra América es tan patria como la Argentina –o Misiones o San Isidro– entre otras razones porque es la patria con la que soñaron San Martín y Bolívar, la que todavía se está gestando entre los Andes, el Amazonas y la Patagonia.
Seguro que tenían la idea de patria de nuestros fundadores quienes en 1949 decidieron que las universidades nacionales argentinas serían gratuitas no solo para los argentinos sino también para todos los latinoamericanos que quieran estudiar en ellas. Fue el decreto 29.337 (primer gobierno de Juan Domingo Perón) el que lo estableció con un criterio magnánimo y también con la inteligencia de que sería mucho más efectivo para la integración de la Argentina con el resto del continente.
Grandes y antiguos países tienen carísimos esquemas de difusión de sus culturas. Francia la Alianza Francesa; el Goethe Institut los alemanes; la Cultural Británica el Reino Unido; la Asociación Dante Alighieri los italianos y el Instituto de Cooperación Iberoamericano de los españoles. Todos ellos mantienen sedes y personal en cantidad de ciudades el mundo. Bueno, la Argentina decidió en 1949 que su programa de extensión cultural sería aceptar gratis a todos los ciudadanos latinoamericanos y sin más exigencias que las mismas que se exigen a los argentinos. Y no hay decreto, pero deberíamos aplicar el mismo rasero de las universidades a quienes vienen a la Argentina a curarse en nuestro sistema sanitario nacional o provincial. En este caso hay, además, serísimas razones de solidaridad entre hermanos.
Una notable cantidad de latinoamericanos hoy estudian y trabajan en la Argentina y parece que el número va en aumento. También han aparecido voces de rechazo y otras que piden reciprocidad como si el amor al prójimo o la hospitalidad fueran contrapartidas de obligaciones recíprocas. Integra nuestra identidad como nación el tener los brazos abiertos a todos los habitantes del mundo, tanto que está incluida en el preámbulo de la Constitución Nacional. Y el más mínimo gesto de xenofobia a nuestros compatriotas latinoamericanos es tan anti-argentino que da asco.