Un día Nicanor Duarte Frutos y Pedro Fadul, los dos candidatos a presidente del Paraguay de la campaña 2003, pronunciaron el mismo discurso. No logro acordarme quién robó a quién, pero las cosas ocurrieron así: un asesor consiguió el discurso que iba a dar esa tarde su oponente y se lo llevó a su candidato para que tuviera esa información. El candidato se lo encontró entre las manos cuando empezaba a hablar y lo leyó como propio. Horas después lo leyó también el dueño, pero casi nadie se dio cuenta, ni los candidatos. Lo encontró un astuto observador, de esos que hay en todos los diarios, y lo contó en privado para comidilla de los periodistas. Ni siquiera salió publicado gracias al esfuerzo denodado y las amistades de los prenseros de los dos partidos. Estas cosas seguirán pasando mientras siga existiendo la industria del marketing político que fabrica candidatos como si fueran hamburguesas y les hacen decir cosas para que parezca que tienen algo en el corazón…
No es el único caso de robo de discursos que conozco. Lo hacía también un amigo mío que ya no es más mi amigo y van a ver por qué. Un día estábamos conversando de cosas serias y me salió una frase bonita sobre la verdad y la libertad. Se ve que le gustó porque unos días después, cuando nos volvimos a ver, apareció en la conversación tal como yo lo había formulado, pero la decía como propia. Cuando le aclaré que ya habíamos dicho esas cosas en la conversación anterior, me contó que él sostenía esos principios hacía años y que no se qué y que no se cuántos. Bueno, pensé, al fin y al cabo lo importante es que las ideas cundan, no importa cómo. Pero otra vez me pidió por favor que le presentara a un buen amigo por algo que estaba necesitando. Lo hice con todas las advertencias del caso y era evidente que se veían por primera vez. Al poco tiempo me cuenta una anécdota conocida de mi amigo, pero protagonizada por ellos dos hacía muchos años y por supuesto que se conocían de toda la vida...
No sé si es una patología y la verdad es que no me interesa, pero esto de los amigos interesados se está poniendo obsceno en los tiempos que corren. Quizá sea porque las redes sociales han devaluado el concepto de amistad y se están sirviendo de un falso principio que dice que los amigos de mis amigos son mis amigos. Han degenerado la amistad y la han llenado de adjetivos mentirosos. Por eso le recomiendo que en cuanto un amigo de los de ahora intente manipular esa amistad con algún interés que no sea el afecto, huya de él como de la peste: es un ladrón de amigos.